Igual es por el sabor anticuado que tienen, por lo que chirrían, por el traqueteo…no sé. Pero me encantaron los tranvías de Bratislava. Unos son más modernos, otros más antiguos, casi recién llegados de la era comunista…suben y bajan sin parar por las calles y las plazas. Hay que ticar el billete nada más subir, casi con ansia, porque los revisores van de paisano para dar la «sorpresa» a los que se cuelan. Pero hay un servicio increible, a todas las horas y para todas direcciones, y las esperas en las paradas son realmente cortas. Sin duda, ésta y otras ciudades cercanas, están totalmente habituadas al tranvía, allí es uno más de la ciudad, y lo más sorprendente, es que la gente se aclara con la maraña de líneas que entraman la ciudad.
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Gracias Dominique!
L'hort de rafelin 